domingo, 27 de abril de 2008

La Fotografía según Roland Barthes

Hablar de fotografía, es no solo mencionar ciertos elementos químicos para acumular la luz, es más que la superposición de varias imágenes en un solo negativo, o positivo, es ir todavía más allá de un procedimiento de fijación de trazos luminosos sobre una superficie preparada a tal efecto.
Es hablar con fatalismo y decir no hay foto sino hay alguien o algo, es preguntarse ¿Por qué fotografiar tal objeto, tal instante?
Su reproducción tendrá lugar una sola vez, esta repetirá mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente.

Las imágenes fotográficas suministran en su mayoría conocimientos que la gente tiene sobre el aspecto del pasado y el alcance del presente. Son evidencias útiles y en ocasiones incriminan, pero aun con todo y esto son una prueba fehaciente de que existe o existió algo semejante a lo que esta en la imagen. Las razones por las cuales estas imágenes pueden ser interesantes son porque se puede o se desea un objeto, un paisaje, se busca la representación o el asombro de lo que se ve en ella, el amor reflejado, la admiración, o simplemente el desarrollo de un tema. El tema te tiene que interesar, que producir placer o emoción, hacerlo parte de ti, de tu estudio, de eso que te mueve. Es profundizarlo, no como una cuestión, sino como una herida: veo, siento, luego noto, miro y pienso.

La fotografía está vagamente constituida en objeto, y los personajes que figuran en ella están en efecto constituidos en personajes. Flotan entre la orilla de la percepción, la del signo y la de la imagen, sin jamás abordar ninguna de las tres. Ella a su vez, también cuenta, con diversas funciones como lo son las de informar, representar, sorprender, hacer significar, dar ganas.

Siendo esta una de las más accesibles formas de arte, la fotografía esta al alcance de cualquiera y no exige ninguna facultad mental ni manual de excepción. Así que como manifestación artística requiere de una serie de conocimientos y técnicas que pueden ser espontáneas.

No debemos olvidar entonces, que las fotografías son experiencia capturada y la cámara es el arma ideal de la conciencia en su afán adquisitivo. Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que sabe a conocimiento, y por lo tanto a poder.

Las fotografías son experiencias capturadas y la cámara es el arma ideal de la conciencia en su afán adquisitivo. Son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y los dibujos. Desde sus inicios, la fotografía implico la captura del mayor numero posible de temas, ella democratizo todas las experiencias traduciéndolas en imágenes. Con las cuales se puede experimentar, crear un diminuto fragmento de otro mundo, el mundo de crear imágenes que nos sobrevivirá.

Tomar una fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad, mutabilidad de otra persona o cosa, precisamente porque seccionan un momento y lo congelan, todas las fotografías atestiguan el paso despiadado del tiempo. En ocasiones estas fotografías deben mostrar algo novedoso para causar impacto. Pero la índole de la emoción, incluido el ultraje moral, que la gente pueda sentir ante las fotografías de los oprimidos, los explotados, los hambrientos y los exterminados también depende del grado de familiaridad con estas imágenes. Es por eso que ella ha contribuido a adormecer la conciencia tanto como a despertarla.

No hay que olvidar que ellas están regidas por la determinación de registrar y revelar la naturaleza, según el motivo, el encuadre, el filtro, la emulsión, y el grano, o de acuerdo con la sensibilidad y el alma propia de las cosas.

En unas cuantas palabras entonces el papel de la fotografía es conservar las huellas del pasado o ayudar a las ciencias en su esfuerzo por aprehender mejor la realidad del mundo. Es una ayudante, una servidora, de la memoria, el simple testimonio de lo que ha sido.

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